“Los cristianos, igual que
los copos de nieve, son frágiles; pero cuando se unen pueden parar el tráfico.” (Vance Havner)
Nosotros tenemos un deber, como cristianos, de
hablarle a alguien sobre Jesús y lo que Él ha hecho en nuestras vidas y del
gozo que sentimos o tenemos siendo parte del cuerpo de Cristo. Es un mandato
que nosotros le sembremos a otras personas el amor de Dios. Hace unos días
atrás estaba hablando un misionero de cuando él tenía una vida de perdición. Un
jovencito de 16 años solamente le dijo: “Cristo te ama,” esas simples palabras,
poderosas, transformó a este señor, lo sacó de las garras del enemigo, y lo
convirtió en Reverendo y misionero. Hoy día tiene 70 años (y pico) y ha
transformado la vida de muchas personas. Nadie es débil, todos somos eficaces,
y todo el mundo puede ser instrumento de Dios para salvar una vida. Dios tiene
una misión para nosotros, que salvemos a alguien del mal camino. Dios nos dará
la fuerza para hacerlo, ¿estamos dispuestos a hacerlo? ¿Estamos dispuestos a
seguir a Dios con los ojos cerrados? Cuando Dios nos llame, no hay que temer,
porque Él enviará a su Espíritu Santo para que podamos cumplir con su
propósito.
“Pero cuando venga sobre
ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en
Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Hechos 1:8
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