lunes, 13 de mayo de 2024

Dios o El Alcohol

 

Dios o El Alcohol

Por Dra. Gladys M. Santiago-Tosado

Recientemente se dio una controversia sobre el uso de bebidas alcohólicas en un concierto de música cristiana en el Coliseo José Miguel Agrelot en Puerto Rico. Se dice que había mujeres y hombres bebiendo cerveza y vino. Muchas personas se han pronunciado a favor y otras en contra de eso. El que personas cristianas beban bebidas alcohólicas en la vida secular siempre ha sido un tema de mucha contención. La justificación que comúnmente se ha utilizado es que en la Biblia se menciona el consumo del vino, por ejemplo, en la boda donde Jesús convirtió el agua en vino o cuando Pablo le aconseja a Timoteo que siga bebiendo vino para aliviar sus problemas estomacales. Cuando leemos el pasaje donde Jesús convirtió el agua en vino, jamás se menciona que Jesús estaba bebiendo vino en dicha boda. Eso no lo sabemos. Ahora, si sabemos que Jesús bebió vino en la cena de la Pascua, donde se instituyó la Cena del Señor (Lucas 22:7-23). La pregunta es: ¿Qué clase de vino bebió Jesús en dicha cena? En la Biblia nunca se ha dicho que Jesús bebió vino según lo que conocemos es vino hoy día, que es el jugo de uva fermentado o vino, que tiene alcohol, y que es embriagante. Mucho menos nunca se menciona en la Biblia a Jesús estando embriagado bajo los efectos del alcohol, y decir eso sería una gran ofensa.  

En la Biblia de Estudio Pentecostal hay dos artículos aclaratorios sobre el vino en el Antiguo Testamento (AT) (p. 192-193) y el vino en el Nuevo Testamento (NT) (p 1400-1401, 1454). En los tiempos bíblicos había dos clases de vino, vino que era puramente jugo de uva y vino que era jugo de uva fermentado, o sea, vino con alcohol. Dice en el artículo sobre el vino del NT que,

“los usos normales del vino por los judíos en los tiempos bíblicos difieren de los usos de hoy. El vino de antaño era (a) jugo de uva fresco, (b) jugo de uva en conserva, (c) jugo de uva secas, (d) vino de uva hecho de almíbar de uva y agua, y (e) vino almacenado sin fermentar o fermentado diluido con agua a una proporción tan alta como de veinte a uno. Se consideraba falta de delicadeza el servir vino fermentado sin mezclar, lo cual era contaminante y no podía recibir la bendición de los rabinos. A la luz de esas realidades, es imposible defender la práctica de los tiempos modernos de consumir bebidas alcohólicas sobre la base del uso que le daban al vino los judíos en los tiempos bíblicos. Además, los creyentes de esa época eran incluso más cautelosos que los judíos en cuanto a las diversas clases de vino (p 1454-1455).”

¿Cuál fue el vino que se utilizó en la cena de la Pascua? Dice en ese artículo, que cuando se emplea la palabra vino, del griego “oinos,” en los evangelios de Lucas, Marcos, y Mateo, en correlación a la Cena del Señor, estos autores emplearon el término “fruto de la vid,” que es el vino sin fermentar, vino natural, que contiene azúcar y no alcohol. Cada vez que en la Biblia se habla del fruto de la vid, se refiere a jugo de uva puro, natural, orgánico. Cuando se da la fermentación del jugo de uva, la azúcar que este contiene se destruye y su alteración surge como lo que se conoce alcohol. Según el diccionario de la Real Academia Española, la fermentación es un término que se describe como “la acción y efecto de fermentar.” Fermentar es cuando una “sustancia orgánica sufre un proceso bioquímico de transformación por la acción de una enzima.” O sea, cuando algo se fermenta, hay una transformación, un cambio de forma, y el resultado es algo distinto a lo original. Cuando el jugo de uva se fermenta, éste deja de ser una bebida dulce que cae bien y que no tiene efectos que alteren nuestro cuerpo físico ni nuestra capacidad mental. La fermentación hace que el jugo de uva se convierta en una nueva substancia que tiene un efecto embriagador que impacta nuestra capacidad tanto física como mental y de una manera bien negativa, especialmente en el área de lo moral. Así mismo, nuestra capacidad espiritual queda afectada bajo el consumo del alcohol y sobre todo cuando las inhibiciones resultan en conductas inmorales que corrompen el alma de la persona. Cuando se habla de un proceso de fermentación, ese vocablo también implica descomposición y corrupción de esa materia orgánica. Según el artículo del vino en el NT en la Biblia Pentecostal, se hace el énfasis de que el uso de la palabra fermentación en la biblia simboliza corrupción y pecado. Por lo tanto, no es de sorprenderse que cuando una persona está bajo los efectos embriagantes del alcohol, se vea a tal persona comportándose de forma inmoral, ya sea hablando con palabras soeces, comportándose violentamente, errando en la toma de decisiones, o buscando placeres sexuales que conducen a la promiscuidad, fornicación, y/o adulterio. Una persona que está bajo los efectos embriagantes del alcohol es susceptible al pecado. Por eso tanto en el VT como el NT la palabra de Dios es constante cuando nos dice que nos abstengamos de beber vino fermentado. Pero antes de discutir esto al detalle, me gustaría ilustrar que Jesús no bebió vino fermentado en la Cena de la Pascua.

Según la Ley de la Pascua, Dios dio instrucciones precisas de que en la comida que se preparaba para dicha celebración no podía haber nada fermentado. Se prohibía el uso de “seor”, lo cual se refiere a un agente de fermentación, como la levadura, para preparar el pan o cualquier otro tipo de alimento al que comúnmente se le ponía levadura. Dice en el artículo del vino en el NT que, “el seor en el mundo antiguo con frecuencia se obtenía de la espuma espesa de la superficie del vino en fermentación.” Esta Ley de la Pascua fue instituida por Dios el día antes del éxodo del pueblo judío de Egipto. Esto está descrito en Éxodo 12:15-20,

La fiesta de los panes sin levadura es un día que ustedes deberán celebrar, porque en ese mismo día los saqué de Egipto a todos ustedes. Lo celebrarán como una ley permanente que pasará de padres a hijos.  Comerán pan sin levadura desde la tarde del día catorce del primer mes hasta la tarde del día veintiuno del mismo mes. No deberá haber levadura en sus casas durante siete días, porque cualquiera que coma pan con levadura será eliminado de la comunidad israelita, tanto si es extranjero como si es del país. Por lo tanto, no coman nada que tenga levadura. Dondequiera que ustedes vivan, deberán comer pan sin levadura.”

También esto lo repite Dios en Éxodo 13:7-8:

Durante los siete días se comerá pan sin levadura, y en ninguna parte de su territorio deberá haber levadura o pan con levadura. En ese día les dirán a sus hijos: “Esto se hace por lo que el Señor hizo con nosotros cuando salimos de Egipto.

Consecuentemente, cuando Jesús y los discípulos se reunieron a celebrar la Pascua, que hoy día se le llama la Pascua Judía para diferenciarla de la Pascua de Resurrección, ninguno de ellos comió ni bebió nada que tuviera levadura. En esa cena no hubo nada que estuviera fermentado, nada que tuviera algún efecto de transformación en sus cuerpos, como lo es el alcohol. Jesús no bebió vino fermentado en la Cena de Pascua, ni instituyó que, en la Cena del Señor, lo que conocemos hoy día como la comunión, se utilizara vino con alcohol. Sería contradictorio pensar y llegar a la interpretación de que el hijo de Dios, el Santo, hubiese estado contaminando su cuerpo con vino fermentado durante su ministerio y al final de este. Dios no se equivoca ni se contradice ni hace las cosas según la mentalidad del hombre.

Volviendo al punto de la controversia de las bebidas alcohólicas en el concierto de música cristiana, debiéramos analizar lo siguiente: ¿Cuál era el propósito de dicha actividad? ¿Cuándo se menciona música cristiana, a que está eso relacionado? Es lógico pensar que si es un concierto de música cristiana lo que vaya a suceder allí no va a incluir actividades mundanas como lo es el consumo de alcohol. Hay gente que dice que el lugar no era un templo donde por supuesto no vas a encontrar la venta de bebidas alcohólicas. Dichas personas entienden que fue normal que hubiese venta de bebidas alcohólicas en dicha actividad. ¡Pamplinas! Eso es demagogia, dice la palabra de Dios que donde hay dos o más reunidos en su nombre, su presencia estará allí. Esa actividad era para que el centro de atención fuese la adoración y alabanza a Dios. Fuera cual fuera el lugar, el propósito de la actividad hacía la distinción de lo que iba a pasar allí. Lógicamente, al haber venta de bebidas alcohólicas y que hubiese personas consumiendo dichas bebidas, eso rompió con el propósito de dicha actividad y la misión de esta. Eso causó conmoción, desconcierto, confusión, y evidentemente, cuestionamientos. Cuando nos reunimos a alabar y escuchar la palabra de Dios no puede haber ningún tipo de levadura que nos distraiga ni transforme ni corrompa el propósito de nuestra congregación para Dios independientemente de cuál sea el lugar donde nos congreguemos. Yiye Ávila se congregó en estadios grandísimos en Puerto Rico y en América Latina, no eran templos ni edificios de congregaciones religiosas, eran lugares públicos donde se daban diferentes tipos de eventos tanto seculares como religiosos. ¿Acaso se vendieron bebidas alcohólicas cuando las prédicas de Yiye Ávila en dichos lugares? Por supuesto que no, los productores de las campañas evangelísticas de Yiye Ávila nunca lo hubiesen permitido. En el Coliseo no solamente hubo un concierto de música cristiana, sino que también hubo predicación. Y dicen que la predicadora pidió que no se vendiera comida ni se comiera durante su predicación por respeto a la palabra de Dios.

En el mundo secular hay leyes de que no haya alcohol en varios eventos, como lo son las elecciones de políticos. El día de las elecciones hay una Ley Seca, ¿por qué?, porque el alcohol le puede subir las emociones al que bebe y terminar en actos violentos u otro tipo de acciones inmorales. Dice la palabra que un poco de levadura daña toda la masa. Es cierto, no fueron las 14 mil personas que estuvieron allí quienes estuvieron bebiendo alcohol, posiblemente fue un número reducido, pero ese pequeño número, esa pequeña porción de levadura, dañaron la imagen pública y el propósito de dicha actividad. Y lamentablemente, el cristianismo quedó en entredicho nuevamente.

Mi esposo siempre me ha explicado que en la cárcel los presos cristianos nunca pueden hacer un ayuno parcial como lo hacen los musulmanes en la celebración del Ramadán. Los musulmanes tienen un acuerdo con la prisión de que durante el Ramadán ellos desayunan antes de las 6:00 am y cenan después de las 6:00 pm según la celebración de su ayuno parcial durante esos días. Y la prisión les ha concedido ese “derecho.” Ahora, si los presos cristianos le piden algo similar al sistema, ellos no se lo conceden. ¿Por qué? Porque los cristianos hemos perdido poder y credibilidad y no hay unión, no nos hemos ganado el respeto, y no ejercemos nuestro derecho. Ese día, debió haberse negociado que no hubiese ventas de bebidas alcohólicas en el Coliseo, según la naturaleza de la actividad. Los cristianos debieron ejercer su poder en Cristo para decirle al mundo, no, durante mi congregación con Dios en el Coliseo, no va a ver levadura que dañe la masa, no va a haber venta de bebidas alcohólicas. Dicha actividad hubiese sido recordada para la historia como las 14 mil personas que se congregaron para alabar a Dios solamente, y el enemigo no se estaría burlando de los cristianos nuevamente por la tibieza de carácter.

Son muchas las veces que Dios trae el tema del vino con alcohol en la biblia. Y siempre ha sido para señalar los efectos negativos del alcohol en nuestro cuerpo y como esto nos puede alejar de Él. En Levítico 10:9-11, Dios dio instrucciones claras y precisas a los sacerdotes que iban a servir en el Tabernáculo sobre beber vino fermentado. Estaba completamente prohibido, y Dios dijo por qué:

«Cuando tú o tus hijos tengan que entrar en la tienda del encuentro, no deberán beber vino ni bebidas fermentadas, no sea que mueran. Es una ley permanente, que pasará de padres a hijos, para que ustedes puedan distinguir entre lo sagrado y lo profano, y entre lo puro y lo impuro, y puedan también instruir a los israelitas en todas las leyes que el Señor les ha dado por medio de Moisés.»

Dios nos dice claramente que cuando se bebe vino fermentado, recuerden, con alcohol, la persona no puede distinguir entre lo sagrado o profano, puro o impuro, y sabemos que bajo los efectos del alcohol la conducta humana se transforma a lo profano e impuro. La persona pierde contacto con la realidad, se pone imprudente, pierde sus facultades físicas—(pasa la llave si vas a guiar)—y pierde toda la capacidad de control sobre sus emociones y funciones en general.

Jesús fue el Sumo Sacerdote y su comportamiento fue cónsono con el mandato de su Padre. Jesús no bebió vino con alcohol pues los sacerdotes no podían presentarse ante la presencia de Dios bajo los efectos de alcohol como lo dice en Levíticos. Nosotros somos sacerdotes de Cristo. En 1 Pedro 2:9, dice “más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para que anuncies las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a la luz admirable.” Esa comparación con el sacerdocio no es al azar, sino una reafirmación de que como sacerdotes de Cristo nosotros también nos debemos abstener del consumo de bebidas alcohólicas. Los cristianos nos debemos abstener de todo aquello que nos pueda llevar al pecado y la deshonra. Así como los sacerdotes no se podían presentar a la presencia de Dios en el Tabernáculo bajo el consumo de vino fermentado, así mismo se espera que los cristianos se abstengan de las bebidas alcohólicas porque somos sacerdotes también. Además, porque nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo de Dios y no puede estar contaminado con vino fermentado lo cual representa lo profano e impuro.

 El apóstol Pablo, en su primera carta a los Corintios, enfatizó que nosotros debemos glorificar a Dios con nuestro cuerpo. En 1 Corintios 6:12, está esa famosa frase que Pablo dijo, “todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas ya no me dejaré dominar de ninguna.” Es cierto, beber vino fermentado es lícito, pero Dios Padre se pronunció de que hacerlo es irnos en contra de su ley de sacerdocio, la cual es permanente, y desde la llegada de Cristo, sus seguidores somos sacerdotes reales y templos del Espíritu Santo de Dios. Dios Padre también nos advirtió de que beber vino con alcohol nos lleva al pecado, a la corrupción, a lo profano, y lo impuro. Las bebidas alcohólicas no le convienen al cristiano. Cuando Jesús le dijo al joven rico, deja todo lo que tienes y sígueme, el joven rico no se quiso desprender de sus riquezas materiales. El llamado es igual con respecto a otras cosas, deja todo lo que haces que te separa de la presencia de Dios, deja todo lo que es obstáculo para que seas templo del Espíritu Santo de Dios, y deja todo lo que aun siendo lícito no conviene, déjalo a los pies de Cristo, entrégalo como ofrenda, y sigue a Jesús como criatura nueva.

Hace poco estaba viendo una serie detectivesca. El personaje principal es un detective que está investigando un caso. Esa noche ese detective estaba de servicio. Ese día era el cumpleaños de su esposa, y ella le dice a él que celebraran con una copa de vino. El detective le dice que no podía beber porque estaba de servicio esa noche. Ella se enoja y le sigue suplicando, y él le dice, “¿tú te imaginas que me llamen y yo responda y llegue al lugar con aliento a alcohol?” La esposa se enoja aún mas y le dice que él tenía que escoger entre beber con ella o su trabajo. El detective escogió su trabajo y no bebió vino. Él le dijo a su esposa que no iba a poner en riesgo su trabajo de policía por una copa de vino. En la vida secular son muchas las instancias donde se nos exige no beber bebidas alcohólicas como lo es el trabajo. Hay algunos empleadores que hacen pruebas de alcohol y drogas regularmente a sus empleados. Si vas al trabajo bajo los efectos de bebidas embriagantes, recibes una suspensión o te votan fulminantemente. Bueno, la vida cristiana es de todos los días, 24/7. Nosotros estamos al servicio de Dios en todo momento. Nuestro sacerdocio real es a cada segundo, minuto, y hora del día. La palabra de Dios es clara cuando nos dice que nos abstengamos de beber bebidas embriagantes. Esto no se trata de lo que yo opino o lo que yo crea. Esto se trata de obediencia y respeto a Dios. Así como ese detective escogió su compromiso con su trabajo, así nosotros debemos escoger nuestro compromiso con Dios y si eso incluye dejar de beber bebidas alcohólicas, pues así será. ¿Escoges a Dios o el alcohol?

martes, 28 de noviembre de 2023

 

La Bondad y el Amor de Dios

Por Dr. Gladys M. Santiago-Tosado


Recientemente estaba escuchando unas personas hablar sobre un famoso pastor que suele vanagloriarse de su reloj de $30,000. Según ellos hablaban, este pastor habla sobre sus posesiones materiales durante los servicios de su congregación. Las personas estaban debatiendo si esto era apropiado o no. Una persona decía que ese pastor tenía todo el derecho de vanagloriarse de “su bendición,” de ponerse en la muñeca de su mano un reloj tan costoso. La otra persona entendía que eso era presuntuoso ya que el evangelio de Cristo no es para alardear de riquezas materiales. Mi reacción fue similar a la posición de la segunda persona, pues la palabra de Dios constantemente me redarguye a que no ponga mi mirada en el dinero ni en las riquezas del mundo, sino en Dios y su reino. Y para mi es decepcionante ver que muchos congregantes siguen una ideología de dinero dentro de la iglesia de Cristo, una ideología que viene de los valores materiales del mundo, y no de la teología. Muchos se olvidan de que Jesús rechazó la tentación a la fama, el poder, y las riquezas cuando el enemigo se lo ofreció a cambio de que se sometiera a él según se relata en Mateo 4:8, Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras. Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: «Al Señor tu Dios adorarás, y solo a Él servirás». También se olvidan del encuentro entre Jesús y el joven rico, donde Jesús nos advierte del peligro de las riquezas. Jesús fue enfático cuando dijo: Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.” Jesús fue prístinamente claro y preciso cuando nos dijo que el Reino de Dios no tiene que ver con las riquezas materiales de este mundo.

Me pregunto, ¿de qué se tratan las buenas noticias en el contexto bíblico? ¿Son buenas noticias de que vamos a tener riquezas materiales y opulencia y con eso sentirnos grandiosos? ¿O acaso son buenas noticias sobre como Dios nos llena de su bondad y como esa bondad transforma nuestra vida? La persona que estaba hablando del pastor y su reloj lujoso decía que ese pastor había sido bendecido. Para esa persona la bendición tenía que ver con lo material y así sucesivamente lo ven muchas personas más. El significado de la palabra bendición se ha limitado para el acto de adquirir bienes materiales y preciados según los valores del mundo: la casa, el carro, la ropa, las prendas, los zapatos, el viaje, etc. Pero cuando yo leo la palabra de Dios, yo veo que la bendición no es material, la bendición es tener y contar con la bondad de Dios y la bendición es tener una vida espiritual sólida con Dios. Esa vida espiritual no hace que tu mirada se pose en la riquezas ni banalidades del mundo, sino que en tu corazón lleves el amor de Cristo y que eso se traduzca en acciones de bondad y amor hacia otras personas. Por eso Jesús nos dijo que seremos la sal de la tierra y la luz del mundo. Dios nos creó a su imagen y semejanza, y si Dios es un Dios de bondad, entonces Dios me creó con la capacidad de tener bondad y vivir la vida con esa bondad. Bondad es la cualidad de ser bueno y de tener el interés de hacer el bien. Nosotros nos merecemos la muerte, pero por la bondad y el amor de Dios, por su cualidad de ser un Dios bueno, El dio la vida de su hijo para perdonar nuestros pecados. Ese acto de bondad me asegura la vida eterna. O sea, que la bondad de Dios comienza con su perdón; pero eso no se queda ahí, pues la bondad de Dios se convierte en una fuerza que te hace funcionar con bondad en la vida en general, sobre todo en las relaciones que diariamente tenemos con otras personas.

En el Sermón del Monte, Jesús nos hace recordar nuestra condición, por eso nos promete bienestar cuando con humildad reconocemos que somos “pobres en espíritu” y necesitamos de El para caminar con Dios. Las bienaventuranzas son las verdaderas bendiciones que provienen de la bondad de Dios. Soy bendecida cuando puedo reconocer que necesito a Dios. Soy bendecida cuando lloro y Dios esta a mi lado consolándome. Soy bendecida cuando camino con humildad y mis relaciones son a base de esa humildad, valorando la vida del prójimo. Soy bendecida cuando esa humildad me lleva a formar parte del reino de Dios. Soy bendecida cuando tengo hambre y sed de justicia y Dios saca la cara por mí, me protege y no me deja caer en vergüenza. Soy bendecida cuando tengo la capacidad de tratar a otros con misericordia, la misma misericordia con que Dios me trata a mí. Soy bendecida cuando puedo mantener mi corazón limpio de la corrupción que existe en el mundo y así me puedo presentar limpia ante Dios. Soy bendecida cuando vivo en paz y procuro la paz y el bienestar para mi prójimo. Soy bendecida cuando por causa de Jesús soy rechazada, discriminada, o vituperada por el mundo.  Soy bendecida cuando no busco las recompensas del mundo ni perezco ante las tentaciones de acumulación de riquezas o de rechazar al prójimo porque no tiene el mismo nivel económico que yo. Soy bendecida cuando puedo ejercer mis funciones seculares usando como base los valores que Dios me enseña. Soy bendecida cuando me acuesto a dormir de noche con mi conciencia tranquila. Soy bendecida cuando me pongo mi reloj de $20.00 y puedo caminar bendecida porque mi relación con Dios no depende de las riquezas del mundo.  

viernes, 24 de marzo de 2023

No hay tarea

 

No hay tarea histórica que revele tanto el verdadero ser interior del hombre como escribir sobre la vida de Jesús.

Albert Schweitzer

martes, 13 de septiembre de 2022

La Gran Comisión Por Dra. Gladys M. Santiago

 

 

La Gran Comisión

Por Dra. Gladys M. Santiago

Recientemente estuve participando en un grupo de mujeres donde se me había asignado el versículo 19 del capítulo 28 del Evangelio de Mateo:

Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.”

Tres cosas me vinieron a la mente: que la salvación es para toda la humanidad; que el proceso del bautismo es el primer requisito para hacer discípulos de Cristo; y que la Gran Comisión es un mandato, no es opcional. O sea, que ser discípulos de Cristo requiere acción continua, consistente, y persistente. No se puede estar de brazos cruzados o ser meramente espectadores. No se puede dar excusas para evitar o sabotear, de manera consciente o inconsciente, el trabajo de la Gran Comisión.

La salvación es para toda la humanidad-

La venida de Jesús estableció un nuevo pacto donde el pueblo de Dios ya no se iba a dar a conocer por ser de una sola raza o nación, esto es, judíos solamente. Al contrario, según lo dijo el mismo Jesús en Lucas 22:20, el nuevo pacto se pone en acción cuando reconocemos que Él es nuestro salvador por medio de su sacrificio en la cruz. Todo el que acepte a Jesús y se convierta en su discípulo, esa persona pertenece al pueblo de Dios. En Jesús se cumplió una promesa de salvación para toda la humanidad, que incluye todas las razas y etnias. El plan de Dios desde la creación era de que todo hombre y mujer lo conocieran y lo glorificaran. A través del pueblo judío, Dios fue preparando su camino para darse a conocer a toda la humanidad. Por eso, cuando Jesús vino, vemos como Él mismo fue rompiendo barreras étnicas y el concepto de una sola nación bajo el nuevo pacto. Jesús no solo habló, sino que lo demostró. En los evangelios vemos muchos ejemplos de cómo Jesús interactuó con personas de otras naciones y razas. Lo vemos con la mujer samaritana en Juan 4:1-42. Jesús le llevó las buenas nuevas a una mujer de una raza despreciada. No sólo eso, esa mujer le llevó las buenas nuevas a su pueblo, y Jesús no se lo prohibió por ser mujer y samaritana. También lo vemos con la mujer siro-fenicia en Mateo 15:21-28. Jesús sanó a su hija que estaba endemoniada, y con estas palabras respondió a su ruego, “Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.”  Jesús también sanó al siervo del centurión romano como se puede leer en Mateo 8:5-13. Las palabras del centurión están grabadas en la memoria de muchos: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo, más solamente di la palabra y mi criado quedará sano.” Dice en la Escrituras que Jesús se maravilló y dijo, “En verdad os digo que en Israel no he hallado en nadie una fe tan grande.” Jesús les advirtió a muchos judíos incrédulos que ellos morirían por sus pecados y no tendrían morada con Él y el Padre. Esto lo dice en Juan 8:21-30, “por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados.” Jesús certifica que la salvación es para todo el que crea en Él y que todo el que lo siga pertenece al pueblo de Dios.

Otro pasaje donde vemos que nuevamente donde se certifica esa comisión de llevar el evangelio a todas las naciones está en Hechos 10:9-16, en la visión de Pedro, que él no entendió hasta que fue a la casa de Cornelio, el centurión romano. Dice en Hechos 10:34: Pedro entonces comenzó a hablar, y dijo:—Ahora entiendo que de veras Dios no hace diferencia entre una persona y otra,  sino que en cualquier nación acepta a los que lo reverencian y hacen lo bueno.  Luego más adelante dice en Hechos 10: 44-48: Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo vino sobre todos los que escuchaban su mensaje. Y los creyentes procedentes del judaísmo que habían llegado con Pedro, se quedaron admirados de que el Espíritu Santo fuera dado también a los que no eran judíos, pues los oían hablar en lenguas extrañas y alabar a Dios. Entonces Pedro dijo:—¿Acaso puede impedirse que sean bautizadas estas personas, que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?  Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo.

El bautismo –

El bautismo en agua es un acto de arrepentimiento, confesar los pecados y arrepentirse, y comprometerse a dejar de pecar. Esto es un acto que requiere sinceridad, honestidad, y entrega total. Es un acto que se hace con los ojos cerrados, como decimos de manera coloquial. No se piensa, no se regodea, uno se tira de pecho sin titubear ni dudar. Uno se rinde y se entrega de corazón a Dios sin juegos ni egos intelectuales. Cuando Juan el Bautista vio a muchos fariseos y saduceos que venían a bautizarse, pero que no lo hacían de corazón, él les dijo: «¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca? Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor…” (Mateo 3:7-9). No hay pretensiones, tiene que haber un arrepentimiento sincero.

Y vemos a Jesús dando el ejemplo, aunque Él no tenía pecado, pero nos dio el ejemplo como se cuenta en Mateo 3:13-17. Juan El Bautista no quería bautizarlo pues ciertamente él entendía que Jesús era limpio de pecado. Sin embargo, Jesús dio testimonio de que el bautismo es el primer paso para convertirnos en sus discípulos. Dice en Mateo: Jesús fue de Galilea al río Jordán, donde estaba Juan, para que éste lo bautizara. Al principio Juan quería impedírselo, y le dijo:—Yo debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Jesús le contestó:—Déjalo así por ahora, pues es conveniente que cumplamos todo lo que es justo ante Dios. Entonces Juan consintió. En cuanto Jesús fue bautizado y salió del agua, el cielo se le abrió y vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre él como una paloma.  Se oyó entonces una voz del cielo, que decía: «Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido.»” Después de Jesús ser bautizado, se fue al desierto donde ayunó por 40 días, se preparó espiritualmente, y luego comienza su ministerio.

La Gran Comisión -

El asunto de ser discípulos de Jesús va más allá de confesar los pecados, de evitar el pecado, y de participar en la congregación. Hay un mandato para todos. Jesús mismo dio el ejemplo al caminar por todo Israel, incluyendo Samaria, enseñando a los discípulos como llevar las buenas nuevas en el monte, en la sinagoga, y por donde quiera que anduviera.  No sólo les enseñó y se lo demostró, sino que también los envió a hacer lo mismo durante su ministerio. Lo vemos en Lucas 10:1-20, con el relato del envío de los 72 discípulos: Después de esto, el Señor escogió también a otros setenta y dos, y los mandó de dos en dos delante de él, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir.” Se cuenta que los 72 discípulos regresaron regocijados por las obras que hicieron en el nombre del Señor. Dice en Lucas 10: Los setenta y dos regresaron muy contentos, diciendo:—¡Señor, hasta los demonios nos obedecen en tu nombre! Jesús les dijo:—Sí, pues yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo. Yo les he dado poder a ustedes para caminar sobre serpientes y alacranes, y para vencer toda la fuerza del enemigo, sin sufrir ningún daño. Pero no se alegren de que los espíritus los obedezcan, sino de que sus nombres ya están escritos en el cielo.”

Un discípulo es una persona activa, que luego de ser bautizada, se entrena y luego sale a llevar el evangelio. Un discípulo aspira a ser como su maestro, sobre todo a poner en práctica lo que se le enseñó. Jesús fue un maestro que no sólo enseñó, sino que demostró como la lección se ponía en práctica. Jesús envió a los discípulos a una especie de internado/práctica, como se le llama a nivel universitario, cuando los discípulos habían terminado “los cursos de su concentración.” Esto es muestra fehaciente de que la Gran Comisión no es opcional, sino que es un mandato “sine qua non” para todo el seguidor de Cristo. Jesús no descansó, sino que estuvo en movimiento, caminando por todos lados. Entonces, ¿por qué tantas excusas entre el pueblo de Dios para moverse y cumplir con la Gran Comisión? La única manera de demostrar ser seguidores fieles y discípulos reales de Cristo es siendo partícipes de la Gran Comisión, que se puede llevar a cabo de muchas maneras. En Mateo 9:27-38 Jesús mismo hace la advertencia de que son pocos los que entenderán y llevarán a cabo el mandato: “Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino, y curaba toda clase de enfermedades y dolencias. Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Dijo entonces a sus discípulos:—Ciertamente la cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos. Por eso, pidan ustedes al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a recogerla.” Jesús mismo reconoció que encontrar discípulos dispuestos a cumplir la Gran Comisión iba a ser cuesta arriba.

Hay una Gran Comisión de llevar el evangelio que data de 2022 años atrás. Me gustó mucho en la película de Luis Palau como la mamá le dice que él no tenía que esperar que Dios le hablara personalmente a él, sino que ya el Señor había dado la orden en la Escrituras. Eso de que tengo que esperar a que Dios me lo diga personalmente no aplica; YA SE DIO LA ORDEN:  Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.”

¿Acaso hay una recompensa? Sí, la hay: “Pero no se alegren de que los espíritus los obedezcan, sino de que sus nombres ya están escritos en el cielo.” (Lucas 10:20). Eso lo prometió Jesús a los discípulos.

Mujer de Dios, no esperes más, no te regodees, no des excusas, sal ya a llevar las buenas nuevas de la salvación.

 

 

 

sábado, 18 de junio de 2022

 Tú nos has creado para ti, y no hallamos reposo hasta que descansamos penamente en ti.

Agustin de Hipona

lunes, 25 de abril de 2022

Mansiones en la Tierra

 

Mansiones en la Tierra



Por Gladys M. Santiago-Tosado

“Yo quiero tener una mansión, yo quiero vivir en una mansión.” Estas son las palabras de una mujer que sonaron como una explosión como si en ese mismo instante se hubiese estrellado un meteorito grande en la tierra. La persona que me contó la historia me dijo: “¡Yo me quedé perpleja, estupefacta! Nadie estaba hablando de bienes materiales y de repente ella sale gritando con esa exclamación, justo cuando ella había acabado de estudiar la palabra de Dios.” También me dijo: “Mi perplejidad se debió a dos hechos particulares: esa mujer y su marido viven del seguro social por incapacidad y ella clama ser fiel seguidora de Jesús.” Yo le respondo a la persona, “lo cierto es que sus palabras estaban completamente desalineadas con el Verbo. ¡Cuán dañino es el evangelio de la prosperidad!”

Me dice la persona que esa es una familia que vive del seguro social, tienen alimentos gracias a los cupones, y tienen un techo donde vivir gracias al programa de Sección 8. Yo le digo, “no hay nada malo ser participante de esos programas cuando hay una razón válida para cualificar. La existencia de dichos programas es necesaria para ayudar a los desventajados, por lo cual me siento a gusto cuando pago las contribuciones federales cada año, pues sé que una porción del dinero que gano con el sudor de mi frente es para ayudar a los necesitados.”

Me responde la persona, “el meollo del asunto es la brecha que hay entre la realidad y la fantasía en la mente de esa mujer cristiana. Esa mujer nunca va a vivir en una mansión estando casada con su esposo actual, a menos que se divorcie, o que su esposo se muera, y que entonces ella conozca a un millonario y termine viviendo en la mansión de él. Ella jamás va a poder vivir en una mansión por sus propios ingresos, pues a dicha mujer no le gusta trabajar, y por otro lado, si fuese a trabajar, sus ingresos no serían tan altos como para financiar una mansión con el único sudor de su frente. ¿Por qué ese deseo de vivir en una mansión terrenal? Y esa mujer no ha sido la única que se ha expresado de dicha manera, son muchas, pero muchas.”  Y así la persona siguió hablándome sobre la situación particular de dicha familia y las muchas más que miran lo terrenal y evalúan y juzgan sus propias vidas y la vida de otros de acuerdo con las posesiones económicas, lo que es un valor puramente mundano.

Jesús les dijo a sus discípulos en Mateo 19:23-24: —Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Les repito que es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios.” Dice en el verso 25 que los discípulos se asombraron. Esta exclamación de Jesús fue resultado de su encuentro con el joven rico, lo que se relata en ese pasaje bíblico del verso 16 al 22 del mismo capítulo. Ese joven cumplía con todos los mandamientos al pie de la letra. Pero cuando Jesús le dijo que le faltaba una sola cosa y eso era desprenderse de todos sus bienes materiales, el joven se fue triste, porque no estaba dispuesto a cambiar el amor intenso y profundo que tenía al dinero en su corazón. “Una cosa es con violín y otra con guitarra,” como dice el dicho popular.

¿En dónde se pone la mirada, en la mansión terrenal o en la mansión celestial? Jesús fue claro al decir que no puedes amar a Dios y al dinero al mismo tiempo. ¿Qué sentido tiene para una mujer cristiana desear vivir en una mansión aquí en la tierra? ¿Qué sentido tiene desear guiar un Mercedes Benz o un BMW? ¿Qué sentido tiene tener la casa decorada con tanto lujo y decoraciones tipo revista Architectural Digest? ¿Se sienten más valiosas y autorrealizadas las mujeres que tienen esas cosas? ¿Y qué tal cuando se cruzan líneas y se desprecia a las mujeres que no pueden tener esas cosas o que no les interesa tener esas cosas, aunque pudieran tenerlas? ¿Acaso el tener bienes materiales hace a una persona ser más cristiana que otros o estar más cerca de Dios? Si se piensa y se actúa de esa manera, pensando que esos pensamientos y conductas están alineadas a la palabra de Dios, pue eso es ser anatema.

En 1 de Timoteo 6:10 dice, En cambio, los que quieren hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación. Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos.” ¿Cuántas relaciones quedan tronchadas por valorar a las personas por lo que se tiene y no por lo que son en Cristo Jesús?

El comentario de esa mujer de que ella quería vivir en una mansión viene de una mujer que está todavía en el mundo, como se dice de las personas que no han dado el paso completo de entregarse en espíritu y verdad a Dios y dejar de poner la mirada en los bienes materiales, en este caso, como Jesús le pidió al joven rico. Esa mujer entendía que ella era cristiana, pues oraba y cantaba, y hablaba de Jesús, pero realmente no había nacido de nuevo. Nacer de nuevo es dejar de amar las cosas del mundo y sus valores y enfocar la mirada en Dios y su reino. En Colosenses 3:1-4 dice que la meta del cristiano es buscar las cosas del cielo: Por lo tanto, ya que ustedes han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes murieron, y Dios les tiene reservado el vivir con Cristo. Cristo mismo es la vida de ustedes. Cuando él aparezca, ustedes también aparecerán con él llenos de gloria.”

En mi conversación con la persona, ella me dice: “Ese día yo vi una mujer con un rostro triste y frustrado. Esa mujer no sabía, no entendía que ella no necesitaba vivir en una mansión terrenal para ser feliz. Muchas veces le hablamos del asunto, pero todavía sigue enfocada en las cosas del mundo.” Yo le dije, “cuando ponemos demasiada atención al valor del dinero, nuestra autoestima se afecta, pensamos que no valemos nada al no vivir en la mansión, al no guiar el Audi o el Maserati, al no vestir de boutique, al no usar prendas de oro, al no tener nuestras casas decoradas según la moda, y así sucesivamente.”

Muchas mujeres y hombres se endeudan para tener un estilo de vida material de acuerdo con los valores del mundo y después dicen que Dios los bendijo, ¡mentiras del enemigo! Se comportan como el rico insensato (Lucas 12:13-21). Dice la palabra en ese pasaje, “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (verso 15). No hay problema si posees bienes, el problema es poner tu mirada en esos bienes, despreciando al que no los tiene y creyéndote que eres superior a los demás. El problema es valorar tu autoestima según los bienes que posees, ya sean muchos o pocos. El que tiene mucho, se cree superior; el que tiene poco, se cree inferior, ambos se pierden en el mundo. Nuestra autoestima es completa e íntegra porque somos hijos de Dios y Dios nos ama. El amor de Dios es la fortaleza de nuestra valía personal. Somos ricos cuando tenemos la presencia de Dios en nuestra vida y cuando bajo la unción del Espíritu Santo podemos caminar en rectitud, decencia, y servicio. Somos espiritualmente ricos cuando damos la mano al prójimo cuando tiene necesidad.

En Lucas 22:20-21 dice, “Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.” El rico insensato construyó unos graneros bien grandes para almacenar los tantos frutos y bienes que tenía. La palabra de Dios en ese pasaje nos dice que cuando morimos no nos vamos a llevar nada con nosotros. Dios nos advierte que para entrar en su mansión celestial hay un requisito “sine qua non,” y este es generar riqueza espiritual en nuestra vida terrenal. Jesús lo aclaró muchas veces. Entonces, ¿por qué tanta insensatez? Insensatez es falta de sentido y de razón. Lamentablemente, como mujeres idóneas del Reino, le fallamos a Dios cuando de forma insensata ponemos nuestra mirada en los bienes materiales y no construimos riquezas con nuestro Dios. La mujer idónea de nuestros tiempos es una mujer que pone su mirada en Dios, siendo discípula ejemplar de Jesús.

domingo, 20 de febrero de 2022

Cuando te Odian desde Antes de Conocerte

Por Dr. Gladys M. Santiago-Tosado

Nunca me olvido de los siete años que viví y sobreviví bajo ataques de odio. Fui entrevistada para una posición por un grupo de personas y luego tuve una entrevista individual con el jefe de la unidad. Me escogieron para la posición. Estaba contenta porque estaría trabajando en algo que me gustaba, pero poco sabía yo de lo que me esperaba en ese lugar. Fueron años lidiando no sólo con odio, sino con celos, envidias, intrigas, rumores, chismes, confabulaciones, y toda clase de estratagemas de antipatía, cuyo propósito era demostrar el desprecio que me tenían. Un desprecio que empezó desde antes de conocerme. Antes de conocerme, antes de yo llegar a trabajar a ese lugar, ya me odiaban.

El Diccionario Bíblico Ilustrado Holman define odio como una “fuerte reacción; lo que se siente hacia alguien que se considera enemigo y que posiblemente indique hostilidad impredecible.” Dice, además, que “el odio es una característica de la vieja naturaleza y de la vida de pecado (Gálatas 5:19-21; Tito 3:3; 1 Juan 2:9, 11) (Holman, p. 1141).” O sea, que el odio hacia otras personas es parte de las relaciones humanas y surge de emociones como “conflictos, celos, y envidia,” como por ejemplo (Holman, p. 1141). Yo no había tenido ningún conflicto con nadie en ese nuevo trabajo, pues nadie me conocía ni yo a ellos.

El jefe había dispuesto que en mi primera semana de trabajo yo me reuniera de manera individual con cada uno de mis colegas para conocernos. Una de esas personas era un señor mayor que llevaba en dicha oficina más o menos de 25 a 30 años. Me tocó reunirme con ese señor en mi primer día de trabajo. Ese día que nos reunimos, mi espíritu se sobresaltó por la frialdad, desprecio, y arrogancia con que hablaba conmigo. Para hacer un cuento largo corto, el hombre me dijo: “yo no sé si tú estás cualificada para hacer este trabajo, nadie me ha consultado para yo determinar si puedes ejercer esta posición.” El comentario me tomó por sorpresa, evidentemente. Yo había ido a una entrevista grupal, luego a otra individual, y no entendía su reclamo. Yo le dije, “yo tengo mi resume conmigo, ¿lo desea ver?” A lo que el hombre contestó, “claro.” Yo le entrego mi resume y veo como su rostro mostraba sorpresa y desdeño a la vez. Yo tenía vasta experiencia para ejercer ese nuevo trabajo, realmente yo estaba cambiando de lugar de empleo, pero el trabajo era básicamente lo mismo que yo había estado haciendo en dos posiciones anteriores que sumaban más o menos a ocho años de experiencia. Viendo que no tenía base para determinar que yo no estaba cualificada para la posición, basado en mi educación y experiencia, entonces, el hombre procede a hablar sobre los derechos civiles de las minorías. Ahí le di otro “strike,” pues yo también tenía conocimiento y experiencia en el asunto de los derechos civiles y humanos. Cuando el hombre vio que no tenía bases para determinar que una puertorriqueña blanca educada era ignorante de dichos temas, se cansó de hablar y me dijo que no tenía más tiempo para hablar conmigo. Yo le dije muy cordialmente, “gracias por su tiempo.” Cuando salí de dicha oficina, sentí en mi corazón que el odio que ese hombre tenía en su corazón hacia mí no fue provocado por mí, pues él no me conocía. O sea, él no podía decir que me conocía de otro lugar y que me odiaba por algún conflicto que hubiese pasado entre nosotros antes de yo llegar a ese lugar. Yo tuve el entendimiento de que ese odio hacia mí era producto de sus prejuicios, complejos, celos, envidia, experiencias de vida, y/o, simplemente, pura maldad, o una combinación de todo lo anterior. Durante esos años de trabajo, ese hombre me odió. Cada vez que pasaba por el lado mío, nunca me saludaba. En varias ocasiones se acercó a mi para cuestionarme porque yo estaba en cierto lugar haciendo cierto trabajo en específico, a lo cual yo le respondía, “mi jefe me pidió que viniera aquí a hacer este trabajo y yo le respondo a mi jefe.” Un día me enteré de que ese hombre no se quería retirar de ese programa hasta ver que yo dejara de trabajar en ese lugar. Durante esos años, ese hombre fue parte de un grupo de personas que buscaban provocar que me despidieran de mi trabajo por cualquier excusa. Por eso él no se quería retirar, quería ver que me votaran, no necesariamente de que yo dejara de trabajar allí por mi propia cuenta.

Ese hombre no fue el único que me odió. Al tiempo yo descubrí que el cuestionamiento que ese hombre me hizo el primer día de trabajo lo tenían otros colegas también, y él simplemente había sido el portavoz principal. De hecho, ese hombre fue el único honesto al desplegar su odio abiertamente, los otros fueron hipócritas, pues hablaban y hacían las cosas a espalda de uno. Una de las cosas que les molestaba a mis colegas era que yo estaba estudiando el doctorado. No importaba si yo hacía un buen trabajo, nunca estaban satisfechos con mi ejecución, siempre encontraban la forma de distorsionar la realidad para pintar una película de horror y terror conmigo. El odio y el desprecio que me tenían desde antes de conocerme, lo tenían que seguir justificando a través del tiempo con medias verdades y mentiras porque ellos tenían que comprobar que yo no estaba apta para ejercer la posición. Fueron años de lidiar con un odio, celos, y envidia irracional.

Yo veía que cada una de esas personas que pasaban juicio severo sobre mí, todas tenían techos de cristal. Al tiempo me entero de que dicho hombre tenía muchos esqueletos en su closet. Uno de ellos era que se había casado con una de sus clientes. El romance comenzó en la oficina donde había una relación cliente-proveedor, rompiendo la ética profesional. Todos sus colegas lo sabían y nunca lo reportaron. Ya ese hombre llevaba años casado con dicha cliente cuando yo llegué a trabajar a ese lugar. Esos otros colegas también estaban involucrados en otros asuntos. Uno de ellos hacía trabajos de otro lugar en sus horas de oficina. Otro colega se desaparecía por horas de su oficina, haciendo cosas personales. Otro colega le rentaba cuartos en su casa a clientes del programa. Yo me enteré de estas cosas como al sexto año de estar trabajando en ese lugar. Había otras colegas, una ministra protestante y una laica católica, que se vanagloriaba de ir a la misa todos los domingos, involucradas en la misma dinámica de toxicidad. Había una mujer que me acusaba constantemente, ella actuaba exactamente como se describe en Proverbios 6:12, “El hombre depravado, el hombre inicuo, anda en la perversidad de boca.” Yo veía como se regocijaban en sus conductas de odio, sin remordimiento alguno. Yo experimenté lo que era ser el patito feo en ese lugar de trabajo.

Mi estrategia para sobrevivir tantos años de odio y desprecio fue hacer bien mi trabajo, ser una ermitaña, y orar a Dios todos los días. Cometí muchos errores en ese proceso, pues no tenía la madurez espiritual para luchar precisamente en lo espiritual. Muchas veces me defendí del “bullying” en la carne, no con el espíritu. Y por eso, muchas de mis respuestas a ese ambiente de hostilidad hasta complicaron el proceso para mí misma. Como dice en Efesios 6:12, “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”

Aunque me defendía, nunca los odié. Yo perdoné. ¡Esa fue mi victoria! Y esa es la victoria que Cristo Jesús tuvo en la cruz. Dice en el Salmo 22:7-8, “todos los que me ven, de mi se burlan; hacen muecas con los labios, menean la cabeza, diciendo: Que se encomiende al Señor; que Él lo libre, que Él lo rescate, puesto que en Él se deleita.” Esa profecía se cumplió en Jesús y se cumple en todos los que siguen sus pasos. Pero hay una gran diferencia, en Cristo Jesús tenemos victoria porque tenemos el poder para perdonar y mantener nuestro corazón limpio de odio hacia quienes nos odian.

Siempre le digo a mis hijos, “el enemigo llega a la puerta de tu casa, toca, y espera que tú lo recibas con brazos abiertos y algarabía. Así de atrevido es.” En el Viejo Testamento, vemos una gran cantidad de salmos (casi todos) que tienen que ver con la petición de protección divina contra las huestes del mal. El salmo 23 nos recuerda que, “aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo.” El mal existe y te lo vas a encontrar donde quiera que vayas. La palabra de Dios dice que contamos con su protección y nos da la promesa de que seremos redimidos. Cuando perdonamos a los que nos odian, esa es nuestra redención. Cuando nos mantenemos firmes cumpliendo los mandamientos de Dios, a pesar del odio que recibimos de otros, esa es nuestra redención mayor. Le digo a mis hijos, no dejen que la maldad del mundo les cambie su corazón ni su vida de amor a Dios y al prójimo. No sean como ellos, no se conviertan en uno de ellos, sino sean como Cristo Jesús nos enseñó, así el enemigo nunca te robará la felicidad. Ninguna de esas personas me robó mi relación con Dios ni mi felicidad personal. Ellos nunca me quisieron aceptar, pero Yahweh siempre me aceptó, me amó, y me protegió. Esas personas fueron agentes del enemigo, pero yo fui y permanecí siendo hija de Dios. ¿A qué bando quieres pertenecer, al bando del odio o del amor?