martes, 28 de noviembre de 2023

 

La Bondad y el Amor de Dios

Por Dr. Gladys M. Santiago-Tosado


Recientemente estaba escuchando unas personas hablar sobre un famoso pastor que suele vanagloriarse de su reloj de $30,000. Según ellos hablaban, este pastor habla sobre sus posesiones materiales durante los servicios de su congregación. Las personas estaban debatiendo si esto era apropiado o no. Una persona decía que ese pastor tenía todo el derecho de vanagloriarse de “su bendición,” de ponerse en la muñeca de su mano un reloj tan costoso. La otra persona entendía que eso era presuntuoso ya que el evangelio de Cristo no es para alardear de riquezas materiales. Mi reacción fue similar a la posición de la segunda persona, pues la palabra de Dios constantemente me redarguye a que no ponga mi mirada en el dinero ni en las riquezas del mundo, sino en Dios y su reino. Y para mi es decepcionante ver que muchos congregantes siguen una ideología de dinero dentro de la iglesia de Cristo, una ideología que viene de los valores materiales del mundo, y no de la teología. Muchos se olvidan de que Jesús rechazó la tentación a la fama, el poder, y las riquezas cuando el enemigo se lo ofreció a cambio de que se sometiera a él según se relata en Mateo 4:8, Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras. Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: «Al Señor tu Dios adorarás, y solo a Él servirás». También se olvidan del encuentro entre Jesús y el joven rico, donde Jesús nos advierte del peligro de las riquezas. Jesús fue enfático cuando dijo: Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.” Jesús fue prístinamente claro y preciso cuando nos dijo que el Reino de Dios no tiene que ver con las riquezas materiales de este mundo.

Me pregunto, ¿de qué se tratan las buenas noticias en el contexto bíblico? ¿Son buenas noticias de que vamos a tener riquezas materiales y opulencia y con eso sentirnos grandiosos? ¿O acaso son buenas noticias sobre como Dios nos llena de su bondad y como esa bondad transforma nuestra vida? La persona que estaba hablando del pastor y su reloj lujoso decía que ese pastor había sido bendecido. Para esa persona la bendición tenía que ver con lo material y así sucesivamente lo ven muchas personas más. El significado de la palabra bendición se ha limitado para el acto de adquirir bienes materiales y preciados según los valores del mundo: la casa, el carro, la ropa, las prendas, los zapatos, el viaje, etc. Pero cuando yo leo la palabra de Dios, yo veo que la bendición no es material, la bendición es tener y contar con la bondad de Dios y la bendición es tener una vida espiritual sólida con Dios. Esa vida espiritual no hace que tu mirada se pose en la riquezas ni banalidades del mundo, sino que en tu corazón lleves el amor de Cristo y que eso se traduzca en acciones de bondad y amor hacia otras personas. Por eso Jesús nos dijo que seremos la sal de la tierra y la luz del mundo. Dios nos creó a su imagen y semejanza, y si Dios es un Dios de bondad, entonces Dios me creó con la capacidad de tener bondad y vivir la vida con esa bondad. Bondad es la cualidad de ser bueno y de tener el interés de hacer el bien. Nosotros nos merecemos la muerte, pero por la bondad y el amor de Dios, por su cualidad de ser un Dios bueno, El dio la vida de su hijo para perdonar nuestros pecados. Ese acto de bondad me asegura la vida eterna. O sea, que la bondad de Dios comienza con su perdón; pero eso no se queda ahí, pues la bondad de Dios se convierte en una fuerza que te hace funcionar con bondad en la vida en general, sobre todo en las relaciones que diariamente tenemos con otras personas.

En el Sermón del Monte, Jesús nos hace recordar nuestra condición, por eso nos promete bienestar cuando con humildad reconocemos que somos “pobres en espíritu” y necesitamos de El para caminar con Dios. Las bienaventuranzas son las verdaderas bendiciones que provienen de la bondad de Dios. Soy bendecida cuando puedo reconocer que necesito a Dios. Soy bendecida cuando lloro y Dios esta a mi lado consolándome. Soy bendecida cuando camino con humildad y mis relaciones son a base de esa humildad, valorando la vida del prójimo. Soy bendecida cuando esa humildad me lleva a formar parte del reino de Dios. Soy bendecida cuando tengo hambre y sed de justicia y Dios saca la cara por mí, me protege y no me deja caer en vergüenza. Soy bendecida cuando tengo la capacidad de tratar a otros con misericordia, la misma misericordia con que Dios me trata a mí. Soy bendecida cuando puedo mantener mi corazón limpio de la corrupción que existe en el mundo y así me puedo presentar limpia ante Dios. Soy bendecida cuando vivo en paz y procuro la paz y el bienestar para mi prójimo. Soy bendecida cuando por causa de Jesús soy rechazada, discriminada, o vituperada por el mundo.  Soy bendecida cuando no busco las recompensas del mundo ni perezco ante las tentaciones de acumulación de riquezas o de rechazar al prójimo porque no tiene el mismo nivel económico que yo. Soy bendecida cuando puedo ejercer mis funciones seculares usando como base los valores que Dios me enseña. Soy bendecida cuando me acuesto a dormir de noche con mi conciencia tranquila. Soy bendecida cuando me pongo mi reloj de $20.00 y puedo caminar bendecida porque mi relación con Dios no depende de las riquezas del mundo.  

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