Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la
adolescencia. Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus
ojos, pero toma en cuenta que Dios te juzgará por todo esto. Aleja de tu corazón el enojo, y echa fuera de tu ser la maldad,
porque confiar en la juventud y en la flor de la vida es un absurdo.
Eclesiastés
11:9-10
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