viernes, 21 de junio de 2013

Jeremías 31:16-22


Así dice el Señor:

Reprime tu llanto,
    las lágrimas de tus ojos,
pues tus obras tendrán su recompensa:
    tus hijos volverán del país enemigo
afirma el Señor.
Se vislumbra esperanza en tu futuro:
    tus hijos volverán a su patria afirma el Señor.

Por cierto, he escuchado el lamento de Efraín:
    Me has escarmentado como a un ternero sin domar,
    y he aceptado tu corrección.
Hazme volver, y seré restaurado;
    porque tú, mi Dios, eres el Señor.
 Yo me aparté, pero me arrepentí;
    al comprenderlo me di golpes de pecho.
Me siento avergonzado y humillado
    porque cargo con el oprobio de mi juventud.

¿Acaso no es Efraín mi hijo amado?
    ¿Acaso no es mi niño preferido?
Cada vez que lo reprendo,
    vuelvo a acordarme de él.
Por él mi corazón se conmueve;
    por él siento mucha compasión
afirma el Señor.

Ponte señales en el camino,
    coloca marcas por donde pasaste,
    fíjate bien en el sendero.
¡Vuelve, virginal Israel;
    vuelve a tus ciudades!
 ¿Hasta cuándo andarás errante,
    hija infiel?
El Señor creará algo nuevo en la tierra,
    la mujer regresará a su esposo.

 

Jeremías 31:16-22

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