La Bondad y el Amor de Dios
Por Dr. Gladys M. Santiago-Tosado
Recientemente estaba
escuchando unas personas hablar sobre un famoso pastor que suele vanagloriarse
de su reloj de $30,000. Según ellos hablaban, este pastor habla sobre sus
posesiones materiales durante los servicios de su congregación. Las personas
estaban debatiendo si esto era apropiado o no. Una persona decía que ese pastor
tenía todo el derecho de vanagloriarse de “su bendición,” de ponerse en la
muñeca de su mano un reloj tan costoso. La otra persona entendía que eso era
presuntuoso ya que el evangelio de Cristo no es para alardear de riquezas
materiales. Mi reacción fue similar a la posición de la segunda persona, pues la
palabra de Dios constantemente me redarguye a que no ponga mi mirada en el
dinero ni en las riquezas del mundo, sino en Dios y su reino. Y para mi es decepcionante
ver que muchos congregantes siguen una ideología de dinero dentro de la iglesia
de Cristo, una ideología que viene de los valores materiales del mundo, y no de
la teología. Muchos se olvidan de que Jesús rechazó la tentación a la fama, el
poder, y las riquezas cuando el enemigo se lo ofreció a cambio de que se
sometiera a él según se relata en Mateo 4:8, “Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los
reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me
adoras. Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: «Al Señor tu Dios adorarás, y solo a Él servirás». También se olvidan
del encuentro entre Jesús y el joven rico, donde Jesús nos advierte del peligro
de las riquezas. Jesús fue enfático cuando dijo: “Y Jesús
dijo a sus discípulos: En verdad os digo que es
difícil que un rico entre en el reino de los cielos. Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de
una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.” Jesús
fue prístinamente claro y preciso cuando nos dijo que el Reino de Dios no tiene
que ver con las riquezas materiales de este mundo.
Me pregunto, ¿de qué se tratan las
buenas noticias en el contexto bíblico? ¿Son buenas noticias de que vamos a
tener riquezas materiales y opulencia y con eso sentirnos grandiosos? ¿O acaso
son buenas noticias sobre como Dios nos llena de su bondad y como esa bondad
transforma nuestra vida? La persona que estaba hablando del pastor y su reloj
lujoso decía que ese pastor había sido bendecido. Para esa persona la bendición
tenía que ver con lo material y así sucesivamente lo ven muchas personas más. El
significado de la palabra bendición se ha limitado para el acto de adquirir
bienes materiales y preciados según los valores del mundo: la casa, el carro,
la ropa, las prendas, los zapatos, el viaje, etc. Pero cuando yo leo la palabra
de Dios, yo veo que la bendición no es material, la bendición es tener y contar
con la bondad de Dios y la bendición es tener una vida espiritual sólida con
Dios. Esa vida espiritual no hace que tu mirada se pose en la riquezas ni
banalidades del mundo, sino que en tu corazón lleves el amor de Cristo y que
eso se traduzca en acciones de bondad y amor hacia otras personas. Por eso
Jesús nos dijo que seremos la sal de la tierra y la luz del mundo. Dios nos
creó a su imagen y semejanza, y si Dios es un Dios de bondad, entonces Dios me
creó con la capacidad de tener bondad y vivir la vida con esa bondad. Bondad es
la cualidad de ser bueno y de tener el interés de hacer el bien. Nosotros nos
merecemos la muerte, pero por la bondad y el amor de Dios, por su cualidad de
ser un Dios bueno, El dio la vida de su hijo para perdonar nuestros pecados.
Ese acto de bondad me asegura la vida eterna. O sea, que la bondad de Dios
comienza con su perdón; pero eso no se queda ahí, pues la bondad de Dios se
convierte en una fuerza que te hace funcionar con bondad en la vida en general,
sobre todo en las relaciones que diariamente tenemos con otras personas.
En el Sermón del Monte, Jesús nos
hace recordar nuestra condición, por eso nos promete bienestar cuando con
humildad reconocemos que somos “pobres en espíritu” y necesitamos de El para
caminar con Dios. Las bienaventuranzas son las verdaderas bendiciones que
provienen de la bondad de Dios. Soy bendecida cuando puedo reconocer que
necesito a Dios. Soy bendecida cuando lloro y Dios esta a mi lado consolándome.
Soy bendecida cuando camino con humildad y mis relaciones son a base de esa
humildad, valorando la vida del prójimo. Soy bendecida cuando esa humildad me
lleva a formar parte del reino de Dios. Soy bendecida cuando tengo hambre y sed
de justicia y Dios saca la cara por mí, me protege y no me deja caer en
vergüenza. Soy bendecida cuando tengo la capacidad de tratar a otros con
misericordia, la misma misericordia con que Dios me trata a mí. Soy bendecida
cuando puedo mantener mi corazón limpio de la corrupción que existe en el mundo
y así me puedo presentar limpia ante Dios. Soy bendecida cuando vivo en paz y
procuro la paz y el bienestar para mi prójimo. Soy bendecida cuando por causa
de Jesús soy rechazada, discriminada, o vituperada por el mundo. Soy bendecida cuando no busco las recompensas
del mundo ni perezco ante las tentaciones de acumulación de riquezas o de
rechazar al prójimo porque no tiene el mismo nivel económico que yo. Soy
bendecida cuando puedo ejercer mis funciones seculares usando como base los
valores que Dios me enseña. Soy bendecida cuando me acuesto a dormir de noche
con mi conciencia tranquila. Soy bendecida cuando me pongo mi reloj de $20.00 y
puedo caminar bendecida porque mi relación con Dios no depende de las riquezas
del mundo.