lunes, 1 de diciembre de 2014

Amós 5 (Advertencias y lamentos)


Amós 5 

Advertencias y lamentos

 Oye esta palabra, reino de Israel,
    este canto fúnebre que por ti entono:

 «Ha caído la joven Israel,
    y no volverá a levantarse;
postrada en su propia tierra,
    no hay quien la levante.»

 Así dice el Señor omnipotente al reino de Israel:

«La ciudad que salía a la guerra con mil hombres
    se quedará sólo con cien,
y la que salía con cien
    se quedará sólo con diez.»

 Así dice el Señor al reino de Israel:

«Búsquenme y vivirán.
Pero no acudan a Betel,
ni vayan a Guilgal,
    ni pasen a Berseba,
porque Guilgal será llevada cautiva,
    y Betel, reducida a la nada.»

 Busquen al Señor y vivirán,
    no sea que él caiga como fuego
    sobre los descendientes de José,
fuego que devore a Betel
    sin que haya quien lo apague.
 Ustedes convierten el derecho en amargura
    y echan por tierra la justicia.

 El Señor hizo las Pléyades y el Orión,
    convierte en aurora las densas tinieblas
    y oscurece el día hasta convertirlo en noche.
Él convoca las aguas del mar
    y las derrama sobre la tierra.
    ¡Su nombre es el Señor!
 Él reduce a la nada la fortaleza
    y trae la ruina sobre la plaza fuerte.

 Ustedes odian al que defiende la justicia en el tribunal
    y detestan al que dice la verdad.
 Por eso, como pisotean al desvalido
    y le imponen tributo de grano,
no vivirán en las casas de piedra labrada que han construido,
    ni beberán del vino de los selectos viñedos que han plantado.
 ¡Yo sé cuán numerosos son sus delitos,
    cuán grandes sus pecados!

Ustedes oprimen al justo, exigen soborno
    y en los tribunales atropellan al necesitado.
 Por eso en circunstancias como éstas guarda silencio el prudente,
    porque estos tiempos son malos.

 Busquen el bien y no el mal, y vivirán;
    y así estará con ustedes el Señor Dios *Todopoderoso,
    tal como ustedes lo afirman.

 ¡Odien el mal y amen el bien!
    Hagan que impere la justicia en los tribunales;
tal vez así el Señor, el Dios Todopoderoso,
    tenga compasión del remanente de José.

 Por eso, así dice el Señor omnipotente, el Dios Todopoderoso:

«En todas las plazas se escucharán lamentos,
    y gritos de angustia en todas las calles.
Llamarán a duelo a los campesinos,
    y a los llorones profesionales, a hacer lamentación.
 Se escucharán lamentos en todos los viñedos
    cuando yo pase en medio de ti»,
dice el Señor.

 ¡Ay de los que suspiran
    por el día del Señor!
¿De qué les servirá ese día
    si va a ser de oscuridad y no de luz?
 Será como cuando alguien huye de un león
    y se le viene encima un oso,
o como cuando al llegar a su casa,
    apoya la mano en la pared
    y lo muerde una serpiente.

 ¿No será el día del Señor de oscuridad y no de luz?
    ¡Será por cierto sombrío y sin resplandor!

 «Yo aborrezco sus fiestas religiosas;
    no me agradan sus cultos solemnes.
 Aunque me traigan holocaustos y ofrendas de cereal,
    no los aceptaré,
ni prestaré atención
    a los sacrificios de *comunión de novillos cebados.
 Aleja de mí el bullicio de tus canciones;
    no quiero oír la música de tus cítaras.
 ¡Pero que fluya el derecho como las aguas,
    y la justicia como arroyo inagotable!

 »Pueblo de Israel, ¿acaso me ofrecieron sacrificios y ofrendas
    durante los cuarenta años en el desierto?
 Ustedes tendrán que cargar con la imagen de Sicut, su rey,
    y también con la de Quiyún,
imágenes de esos dioses astrales
    que ustedes mismos se han fabricado.
 Entonces los mandaré al exilio más allá de Damasco»,
    dice el Señor, cuyo nombre es Dios Todopoderoso.

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