Así que de ahora en adelante no
consideramos a nadie según criterios meramente humanos. Aunque antes conocimos a Cristo de esta manera, ya no lo conocemos así. Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es
una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! Todo esto proviene de Dios, quien por
medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la
reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba
reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y
encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo, como
si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: En nombre de Cristo les
rogamos que se reconcilien con Dios. Al que no cometió pecado alguno, por
nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos[c] la justicia de Dios.
2 Corintios 5
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