Puse en el Señor toda mi esperanza;
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
Salmos 40:1
En este blog se dialoga de cómo se puede aplicar la palabra de Dios en la vida diaria. Si no se tiene a Dios, la vida no tiene sentido por mas riquezas, fama, educación, posiciones ocupacionales, o cualquier otra cosa material que nos ofrezca el mundo. Por que “en él fue creado todo lo que hay en los cielos y en la tierra, todo lo visible y lo invisible; tronos, poderes, principados, o autoridades, todo fue creado por medio de él y para él. ” (Col. 1:16)
jueves, 27 de marzo de 2014
miércoles, 26 de marzo de 2014
Daniel 10:12
No tengas miedo, Daniel. Tu petición fue escuchada desde el primer día en que te propusiste ganar entendimiento y humillarte ante tu Dios. En respuesta a ella estoy aquí.
Daniel 10:12
Daniel 10:12
domingo, 23 de marzo de 2014
Proverbio 19:17
Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor;
Dios pagará esas buenas acciones.
Proverbio 19:17
Dios pagará esas buenas acciones.
Proverbio 19:17
lunes, 17 de marzo de 2014
DIOS VIENE A CENAR
"Había una vez una mujer, que vivía haciendo cosas para la Iglesia
del barrio. Si no estaba limpiando los jarrones de la capilla, estaba haciendo
empanadas para que se vendieran los domingos, o sacando brillo a los candelabros.
Cierto día, se le apareció un ángel, y le dijo que, en recompensa por su
dedicación a las cosas de Dios, El mismo en persona iba a ir a cenar esa noche
en su casa.
La mujer se llenó de emoción y corrió a su casa a preparar todo para el
gran evento. Inmediatamente se puso manos a la obra, a planchar su mejor
vestido para recibir al invitado de lujo. En eso estaba cuando sonó el timbre.
Al acudir a la puerta, halló a una mujer muy pobremente vestida que le pedía
algo de ropa que no usase. "Perdone señora, pero estoy haciendo un trabajo
para alguien muy importante. Vuelva otro día".
Más tarde, comenzó a preparar la comida. Tenía que ser una cena de lujo.
En eso estaba cuando otra vez volvió a sonar el timbre. Esta vez era un niño
con cara de hambre que le pedía algo para comer. "Hoy no puedo darte nada,
porque estoy cocinando para el mismo Dios que viene a visitarme. Vení otro
día".
Así pasó rápidamente el día, hasta que por fin llegó la hora de la cena.
La mujer, nerviosa, vio como pasaban los minutos y las horas, y el invitado no
llegaba. Pronto se hizo tarde, el pollo se enfrió, el vestido se volvió a
arrugar, pero Dios ni se dignó aparecer, y la mujer, frustrada y decepcionada
se fue a dormir. Tanta era su desilusión que ni siquiera quiso rezar antes de
acostarse.
A la mañana siguiente, se le apareció el mismo ángel y le dijo: "Me
manda a preguntarte mi Señor que por qué no rezaste anoche, que extrañó tu
oración diaria". "¿Cómo se atreve a reclamarme Dios por no haber
rezado si El me dejó plantada con mi mejor vestido y con un riquísimo pollo en
la mesa?", exclamó molesta la mujer. A lo que el ángel le respondió:
"Dios no falló a la cita. Es más, vino dos veces, pero tú le dijiste que
estabas muy ocupada para atenderlo, y que volviera otro día".
(Antony de Mello)
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